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sábado, 11 de junio de 2011

BOTELLON


La Policía Local multa a 3.500 jóvenes en cuatro años por hacer botellón en Bilbao





El alcohol sigue siendo la droga más consumida en Euskadi asociada al ocio de fin de semana. Los jóvenes -sobre todo, entre los 16 y 29 años- lo vinculan con desconectar y desinhibirse y, desde hace años, se juntan para compartir los litros en la vía pública; una situación que preocupa sobremanera a las instituciones que han activado distintos mecanismos para su prevención: cursos de salud, teatro o ciclos de cine.
Desde que en 2006 se aprobó la ordenanza que prohíbe el botellón en las calles de Bilbao, la policía ha sancionado a 3.406 jóvenes por beber en la vía pública. De ellos, 118, entre 16 y 29 años, han realizado un curso educativo en el Área de Salud y Consumo del Ayuntamiento con el que han conseguido anular la multa que asciende en estos casos a 300 euros.
A lo largo del pasado año se impartieron tres cursos de intervención para prevenir los problemas de alcohol en los jóvenes, según explica Gonzalo MacGragh, jefe del Negociado de Drogodependencias. Los cursos tienen la doble finalidad de permitir a los jóvenes condonar su sanción y de asesorarles en los riesgos del consumo.

Sin embargo, la ordenanza del botellón aprobada en 2006 establece tres tipos diferentes de sanciones: leve, grave y muy grave. En este caso, los cursos están orientados a las faltas leves de aquellos jóvenes que fueron sorprendidos bebiendo alcohol, aunque también pueden ser refrescos, en la calle y cuya procedencia no es un bar. Sin embargo, si lo que se ha producido es una alteración grave de la convivencia o un macrobotellón, los sancionados no pueden acogerse a esta medida. En 2010, el Ayuntamiento organizó tres cursos: uno dirigido a adolescentes de entre 16 y 19 años; otro para jóvenes de 20 y 21 años, y un tercero para el grupo de entre 22 y 29 años.
Según los datos del último estudio de Euskadi sobre los jóvenes y la práctica del botellón, el consumo de alcohol está descendiendo. Tanto que, estos momentos, el porcentaje de jóvenes que lo practica se estima en un 3,7%. En el mismo estudio se recoge que, sin embargo, los menores que han consumido alcohol han hecho alguna vez botellón. Y, aunque en términos generales el consumo abusivo de alcohol se ha reducido, la tendencia ahora es consumirlo en las lonjas.
PERFIL
Puede tratarse de cualquier chaval, aunque la mayoría son jóvenes estudiantes de Bachiller o universitarios de Medicina, Derecho... En términos generales, un 69% son chicos y un 31% chicas. La edad media son 20 años. Ellos manifiestan que se sienten "ahogados por la rutina y sienten necesidad de traspasar la cotidianidad". En otros casos plantean que "salir es poder perder el control, que tienen que tener entre semana y desfasar".
Gonzalo MacGragh revela que los jóvenes que optan por realizar los cursos vienen serios, fastidiados e incluso en algunos casos obligados. "Desde luego, el tono no es de alegría, pero tampoco se muestran avergonzados". Incluso se produce alguna escena de humor. Muchos acuden acompañados por sus padres, su novia y, en alguna ocasión, con algún amigo que también ha querido hacer el curso para prevenir.
Cuando la Policía Municipal sorprende a los jóvenes haciendo botellón y les sanciona, el primer paso es enviar una carta a sus casas en la que deben decidir si quieren recurrir, pagar o asistir a un curso. En algunos casos, acuden obligados.
La metodología que se sigue es muy dinámica. Durante cuatro días y dos horas diarias, se aborda la adolescencia de una manera más global hasta llegar a la problemática que puede originar el consumo de alcohol así como su vinculación con salir de marcha.
Las expectativas de los jóvenes son muy distintas. Entre los motivos que, según dicen, les han llevado a los cursos están opiniones como que "así pago la multa", o "es una putada pero habrá que pagar la multa", "tendremos que hablar del alcohol".
Sin embargo, una vez en el curso, se crea un ambiente de reflexión donde caen algunos mitos y se afrontan riesgos con los que la valoración suele ser positiva, según explica MacGragh. Así, los jóvenes puntúan con 7,8 los temas que se trabajan; con un 8,5 a los ponentes que ofrecen los cursos; con un 6,8 la utilidad de los mismos y con un 7,5 los objetivos conseguidos. La peor puntuación se la lleva la organización y la duración del curso con un 6,3, y las expectativas, con un 7,3.

1 comentario:

  1. Me parece que es algo que no deberíamos hacer casi todo los fines de semana ya que después nos trae consecuencias y no vale la pena yo no se si será desconectar ya que no hago ni voy a botellones pero hay otras maneras de relajarse.



    (..*ghisse*..)

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